26 de Mayo 2004

una tarde que murió

Ese día huele a tiempo muerto como las casas que se abren después de años para hallarle un resquicio de pulcritud. Tal vez la noche no es propicia pero mi cabeza empieza a llenarse de recuerdos y no de letras, como encontrándole un espacio de desahogo(o quiza solo sea mas ahogo) al momento.
Aún puedo existir en esa tarde de verano, a las 6:45 p.m y puedo verla frente a mi diciéndome que no se atrevía pero sintiendo que era capaz de gritarme que sí quería.
Y eso pasó, ella sabía lo que yo quería, lo que los dos deseabamos frenéticamente. El minuto estalló, soltó el vaso y llegó el beso. Desinhibida y decidida la encontre en sus propios labios, la descubrí entera desafiando la naturaleza del miedo, luchando contra la rapidez de los segundos por el placer convenido. Simplemente nos escudriñamos boca a boca. Existimos en silencio, palpando nuestras pieles yestremeciendo al mismo desafío que nos empezaba a temer. Consiguiendo que cada minuto sea nuestro y de nadie más, continuamos retozando en esos últimos días de febrero. A veces con palabras y gestos, y a veces con no decirnos nada. Descubrimos que el sistema perfecto para encubrir el enigma era disfrazar al deseo por el desdén mutuo. A veces no funcionabaporque nos queríamos demasiado( eso creía) o sino porque habían ojos más astutos y el amor se olía de lejos.
Pero ese día se recuerda porque hoy obviamente ya no está. Tal vez ella, con esa decisión que hasta ahora solo comprendo a medias permitió que el suceso aquel solo pueda revivir en una reminiscencia. Y todo eso, en medio de un otoño que empieza a implantarse como anunciando la lentitud de estos días que seguro serán grises como el cielo vespertino, panza de burro, de Lima "la horrible".

Escrito por Edu a las 26 de Mayo 2004 a las 06:59 PM
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