11 de Mayo 2004

meca...ya llego el otoño

Es extraño pero hoy, después de muchos años, el otoño llega luego de un verano que se alargó demasiado en medio de sucesos, alegrías y malas noches. Descubro que el frío tiene un adjetivo más. Ahora es también crudo. Hoy es una de esas mañanas en las que el frío se cuelga como abrazándome para robarme los últimos momentos felices que me traje áquellos días soleados. Los mismos días que hoy necesito como el deseo de calmar la sed o las ansias de querer seguir. Este año empieza por fin a mostrarme su verdadera cara. El rostro pálido del cielo me lo dice todo. La nostalgia y la soledad empiezan a asomarse y a estampar su derecho de existir porque han vuelto a nacer.Cerca a mi o en mi. No lo sé. Aunque nadie las adopte, ellas viven solas entre hombres y sus vidas, y entre tristezas bienvenidas. Aunque este año no pasa aún ni sus primeros seis meses, yo ya empiezo a juzgarlo y a vivirlo sigilosamente. Todo parecía ir muy bien cuando se inició. Las bromas, las risas la esperanza, lo nuevo, ella y yo. Y hasta el miedo alojado en nosotros, no como una bomba de tiempo sino como una capacidad inherente a nuestro particular sentimiento. Desentrañándola en aquel día en que me dijo que sí podía y que sí quería, la reconozco a lo lejos. Todavía puedo verla en medio del barullo de niños retozando pueriles, en la acera de las pistas solitarias con el pelo suelto, el rostro lindo y haciendosé la difícil cuando sabíamos perfectamente que ibamos a terminar planeando encuentros ocultos. Ese día se marcó en mi memoria como el molde idóneo de instantes que iban a ser inolvidables, aunque fueron resumidos de la más vil manera. Luego caminamos de regreso entre manos acogidas, sonrisas distendidas, corazones agitados y descubriéndonos en la entera pulcritud de nuestro acto consumado, justo y seguramente desconocido. La miré una y otra vez, como para terminar de dibujarla completa en ese presente que era solo mío (...ajos) o de los dos, pero que no pensaba mandar al diablo por nada de este mundo jodido. Ese día fue el primero de una cantidad irrisoria tal vez para ella, pero totalmente significativa para mí. No hubo un beso pero sí un abrazo. No hubo un "te quiero" pero sí un pacto silencioso de amor empezado. Aquel día era jueves. Y nos encargamos de destruir las convenciones sociales y lo que manda la regla común juvenil para hacerle un espacio propio al lenguaje bisoño de aquella relación. Felicitados tan solo por el sol de ese verano, por los rostros ajenos que seguían su rutina y por nuestros pasos alegres que pisaban la modorra de todo lo que nos rodeaba, empezamos a contar los primeros segundos de un enigma que duró muy poco.

Escrito por Edu a las 11 de Mayo 2004 a las 09:05 AM
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